Hoy en día el estatuto de
la infancia difiere completamente al de otras épocas. Durante muchos años el
bienestar, la prosperidad, los ideales estuvieron depositados en la figura
ideal del padre. Luego de diferentes procesos históricos, culturales y sociológicos
esta figura decayó. Además las
configuraciones familiares actuales son diferentes, la familia nuclear
tradicional ya no es el único modo de organización familiar. Actualmente los
padres, madres, hijos y hermanos se dispersan en diversas figuras promoviendo,
así, una actividad atencional diferente a la del pasado.
Estos cambios se dieron en
función de lo teletecnomediático exigiendo atención veloz y abierta a la
simultaneidad y vertiginosidad, demarcando virtualmente la cercanía y
lejanía.
La fuerza de la orden
mediática exige estar conectados, atender simultáneamente multiplicidad de
mensajes. Esto puede fragmentar la disposición atencional pero también
ampliarla.
La exigencia de estar
informados dificulta conocer y pensar. El exceso junto a la no significación de
información impiden la actividad atencional pero tener al alcance variada
información en tiempo real da la posibilidad de ser un emisor en lugar de un
receptor, abre el campo atencional.
Los contextos de la
actualidad presentan aspectos negativos pero también abren muchas posibilidades
saludables. Para que estas puedan desarrollarse es necesario reconocer que las
modalidades atencionales se han ido modificando.
Algunos de los factores
posibilitadores son el mayor acceso a la información extraescolar, el aumento
de la visibilidad de los conflictos, etc. Dentro de los aspectos negativos nos
encontramos con la inestabilidad laboral, la hiperactividad social, la escasa
visibilidad de futuro, la deslegitimación de la función enseñante de la escuela
y de los adultos en general.
Existe una oposición entre
los modos atencionales que consideramos aun “normales” y aquellos que también
dan la posibilidad de aprender. El alumno que llega a las instituciones no es
el alumno que profesores y maestros esperan recibir. Esto produce el enojo en
los docentes y la “desatención e hiperactividad” en lo alumnos.
La escuela espera un alumno
con la atención focalizada y continua pero llega un sujeto con atención
dispersa y discontinua.
Es importante que los actores
escolares y los profesionales extraescolares ofrezcan un ambiente facilitador
para que las diferentes modalidades atencionales puedan desplegarse y dejen de
ser consideradas patológicas.
Concluyendo, las
modalidades atencionales se están transformando posibilitando así, nuevos modos
diagnósticos y nuevos recursos para el enseñante, recursos que se utilizarán
para ampliar el espacio atencional. La vida en la actualidad requiere cada vez
más de modalidades atencionales cercanas a la dispersión creativa.