Publicado en el diario "La Capital" de Rosario
J.M.Barrie. Peter Pan.
La
primera intervención subjetivante
respecto de la infancia actual debería plantearse en el campo del pensamiento.
Debemos re-pensar la niñez y sus
problemáticas para hacer frente a la
objetivación empobrecedora que progresivamente se adueña del campo del
sufrimiento infantil colonizándolo con
nuevas “palabras maestras” y nuevas etiquetas.
Esta
objetivación tiene su musa inspiradora en el
DSM. Seguir su embeleso supuestamente a-teórico y neutro nos permite
adquirir la convincente certeza de que es en el cerebro donde radican las
estructuras subyacentes a los síntomas del los chicos y en los genes donde se
localizan las causas. Y con toda coherencia entonces podríamos concluir que es
en los fármacos y las modificaciones de hábitos conductuales donde afincan las
esperanzas de resolución
Con
gran afinidad con el nítido predominio de lo visual en nuestra actual cultura de
la imagen y el rendimiento es justamente la clasificación de conductas visibles
la que brinda entidad y carta de ciudadanía psiquiátrica a muchos de los “nuevos” “cuadros” con que se
categoriza la sintomatología de la infancia.
Una
clasificación encabezada por el mal llamado ADD o ADHD, por los mal entendidos
Trastornos Generalizados del Desarrollo, por los descontextualizados Trastornos
Oposicionistas y por ese afanoso y frágil constructo
que es el Trastorno Bipolar Infantil.
Estamos
ante un caso de clasificación “chatarra”. Que, como esa comida, trae
consecuencias en el organismo y la vida de los niños.
En nuestras sociedades,
fuertemente influenciadas por paradigmas tecnocráticos, se afirma la tendencia de reducir las prácticas
sociales complejas como criar, educar, diagnosticar y curar a procedimientos
técnicos.
Y la
técnica es “encantadora”. Miles de padres, docentes y profesionales creen que
están contribuyendo, a través de ella al control sobre fenómenos de nuestra
“naturaleza”. El pensamiento de la época deriva entonces a considerar que las múltiples determinaciones de lo humano queden
reducidas a los determinantes de su
biología. Con lo que las nuevas formas históricas de la subjetividad (los chicos de hoy por
ejemplo) son recogidas por la nosografía de un modo que las aplana.
Se los piensa como cerebros, no como niños.
Aún en tiempos de clasificaciones tecnocráticas que
transforman los diferentes padeceres en entidades pasibles de medicación sigue habiendo otras cosas que clasificar
de modo mucho más útil. Y no son justamente las personas sino “en todo caso,
las tendencias que presionan sobre ellas o les abren espacios para el advenir de una experiencia propia.”(1)
Formas
de inexistencia
Todo es menos de lo que es.
Todo es más.
Daniel Pennac responde de manera muy nítida a una pregunta en relación a su funcionamiento como alumno:
- “Ud dice que algunos malos alumnos necesitan que algo o alguien los saque de la realidad escolar para no desarrollar "la pasión del fracaso". ¿Qué o quién lo ayudó a usted?
-En mi caso, cuatro profesores y mi primer amor. Todos ellos me dieron la sensación de existir, me permitieron creer que podía tener una existencia fuera de la identidad escolar. Esos profesores se dirigían a mí, por alguna razón vieron en mí algo que parecía interesarles. Y eso me salvó. No se preocupaban tanto por el desempeño escolar, y la paradoja es que gracias a eso mismo mi desempeño escolar mejoró mucho”. (2)
Y Melvin el
protagonista de Una Forma de Vida lo
expresa de este modo: -“No se preocupe, no la tomo por una psicóloga. No son
psicólogos lo que falta aquí. He probado con varios. Les hablas durante tres
cuartos de hora en el mas profundo de los silencios y luego te recetan Prozac.
Me niego a tragarme eso. No tengo nada contra los psicólogos. Sólo que los del
ejército norteamericano no me convencen. Lo que espero de usted es otra cosa.
- “Ud dice que algunos malos alumnos necesitan que algo o alguien los saque de la realidad escolar para no desarrollar "la pasión del fracaso". ¿Qué o quién lo ayudó a usted?
-En mi caso, cuatro profesores y mi primer amor. Todos ellos me dieron la sensación de existir, me permitieron creer que podía tener una existencia fuera de la identidad escolar. Esos profesores se dirigían a mí, por alguna razón vieron en mí algo que parecía interesarles. Y eso me salvó. No se preocupaban tanto por el desempeño escolar, y la paradoja es que gracias a eso mismo mi desempeño escolar mejoró mucho”. (2)
-Deseo existir para
usted. ¿Es pretencioso? No lo sé. Si lo es lo siento. Es lo más auténtico que
puedo decirle.; deseo existir para usted,” (3)
Los hombres, tanto más los niños, “estamos
hechos de la misma sustancia con que se trenzan los sueños.” (4) Pero, como
reflexiona Steiner: “En el horizonte está la perspectiva de que los
descubrimientos bioquímicos y neurológicos demuestren que los procesos
imaginativos y cognitivos de la psique humana tienen una fuente en última
instancia material. Que hasta la conjetura metafísica o el hallazgo poético más
grandioso son (tan sólo) formas complejas de química molecular.” (5) Ser pensado como un
conjunto de neurotransmisores es una forma de inexistencia.
Parafraseando a
Celan puede ser que “todo (parezca) ser menos de lo que es.” O tan sólo lo que,
como ente objetalizado, es. Como
psicoanalistas sabemos que, más allá de las apariencias y los moldes
instituídos, “todo, siempre, es más.” Y eso es lo que nos hace existir.
Bibliografia
1-Rodulfo,R: Padres
e hijos hoy. Op Cit
2-Pennac, D: Mal
de Escuela. Mondadori Barcelona 2008
3-Nothomb A: Una Forma de vida . Bs As. Anagrama 2012
4-Shakespeare W:
La Tempestad. Aguilar Madrid 1980
5-Steiner,G: La
poesía del Pensamiento Bs As Siruela 2012