Escribe: Lic Hugo Perrone
Berenstein diferenció "la noción novedosa de presencia de la más conocida como ausencia" Así dicho en sus propias palabras. La ausencia -presencia de Freud se ve confrontada, en algún sentido, con este nuevo aparecer de la presencia que remite a la ajenidad y no a la ausencia (que la podemos referir al término representación) si no que se introduce en la relación de un sujeto y otro en lo que se denomina vínculo. Entonces esta presencia tampoco referirá a la presencia como proyección del objeto ausente. Aquello que excede, el plus del Fort-Da del nieto de Freud se constituirá en Ajenidad.
Berenstein contrapondrá en estos términos que ajenidad no se encuentra trabajado en relación a lo representado, a aquello que ya se encuentra registrado, si no que viene a constituir "una marca que establece un nuevo significado a cada sujeto del vínculo"
Los términos utilizados en este pequeño párrafo me hacen pensar en el vínculo que se establece entre una madre y su hijo en una situación de adopción, cuando el niño tiene ya una edad considerable como para poder entender su situación, aunque no recuerde a su madre biológica. Quizá, anteriormente, podíamos considerar desde el psicoanálisis un vínculo materno cuyo eje tendría que ver con esa relación precursora establecida con la madre biológica, si ese era el caso. Poniendo énfasis en ese interrogante materno (de esta madre segunda) sobre qué es ella para este ser que llama hijo desde la adopción.
Esta madre, está claro, se instala en esa relación desde la ajenidad y allí se mantiene por no poder comprender la maternidad desde el efecto subjetivo que se genera en la relación: se encuentra pensando en que el sujeto -hijo- se constituyó con otra madre y que en relación a esa ausencia se encuentra la subjetividad del hijo.
La relación entre esta madre y su hijo podemos suponer, desborda de violencia, intolerancia y rechazo, y la pregunta vuelve otra vez sobre la naturaleza del vínculo: ¿cómo puede ser que surjan en ella esos sentimientos? no tiene -pasta (naturaleza) de madre- En medio de todo esto, agreguemos un condimento a la historia, surge el extraño juego de los parecidos. se parece físicamente al padre adoptivo y tiene esta otra cualidad de la madre adoptiva...
y "El mecanismo princeps en la subjetivación es la imposición a la que diferenciamos de la identificación, la que opera con el objeto ausente."
El camino para pensar esta conflictiva que hipoteticé andaría por el lado de pensar en que lo que allí ocurre es algo del orden de la imposición. Esta refiere a que hay algo del otro que se impone al yo, una marca nueva, algo a lo que el yo de cada sujeto de esa relación debe hacerle lugar y no porque lo desee (el deseo de hijo no vale en esto, ese si es algo que ya estaba allí y aparentemente sigue estando) Lo que ocurre es que hay un rechazo de la madre a que su subjetividad se modifique (quizá condimentado por el echo de que el proceso de adopción no haya agotado al deseo de tener un hijo y constituirlo como sujeto) aceptando lo que el otro de esa relación impone (hijo). Entonces, dice Berenstein, "La violencia deviene en acción defensiva..." y "los habitantes del vínculo recurren al despojo de las cualidades de otredad para anular la ajenidad y tornarlo semejante" por eso el juego de los parecidos, que obviamente no tiene sustento. En cambio del proceso de las semejanzas (identificación) existirá el proceso de las diferencias, y habrá que trabajar con ello.
Berenstein diferenció "la noción novedosa de presencia de la más conocida como ausencia" Así dicho en sus propias palabras. La ausencia -presencia de Freud se ve confrontada, en algún sentido, con este nuevo aparecer de la presencia que remite a la ajenidad y no a la ausencia (que la podemos referir al término representación) si no que se introduce en la relación de un sujeto y otro en lo que se denomina vínculo. Entonces esta presencia tampoco referirá a la presencia como proyección del objeto ausente. Aquello que excede, el plus del Fort-Da del nieto de Freud se constituirá en Ajenidad.
Los términos utilizados en este pequeño párrafo me hacen pensar en el vínculo que se establece entre una madre y su hijo en una situación de adopción, cuando el niño tiene ya una edad considerable como para poder entender su situación, aunque no recuerde a su madre biológica. Quizá, anteriormente, podíamos considerar desde el psicoanálisis un vínculo materno cuyo eje tendría que ver con esa relación precursora establecida con la madre biológica, si ese era el caso. Poniendo énfasis en ese interrogante materno (de esta madre segunda) sobre qué es ella para este ser que llama hijo desde la adopción.
Esta madre, está claro, se instala en esa relación desde la ajenidad y allí se mantiene por no poder comprender la maternidad desde el efecto subjetivo que se genera en la relación: se encuentra pensando en que el sujeto -hijo- se constituyó con otra madre y que en relación a esa ausencia se encuentra la subjetividad del hijo.
La relación entre esta madre y su hijo podemos suponer, desborda de violencia, intolerancia y rechazo, y la pregunta vuelve otra vez sobre la naturaleza del vínculo: ¿cómo puede ser que surjan en ella esos sentimientos? no tiene -pasta (naturaleza) de madre- En medio de todo esto, agreguemos un condimento a la historia, surge el extraño juego de los parecidos. se parece físicamente al padre adoptivo y tiene esta otra cualidad de la madre adoptiva...
y "El mecanismo princeps en la subjetivación es la imposición a la que diferenciamos de la identificación, la que opera con el objeto ausente."
El camino para pensar esta conflictiva que hipoteticé andaría por el lado de pensar en que lo que allí ocurre es algo del orden de la imposición. Esta refiere a que hay algo del otro que se impone al yo, una marca nueva, algo a lo que el yo de cada sujeto de esa relación debe hacerle lugar y no porque lo desee (el deseo de hijo no vale en esto, ese si es algo que ya estaba allí y aparentemente sigue estando) Lo que ocurre es que hay un rechazo de la madre a que su subjetividad se modifique (quizá condimentado por el echo de que el proceso de adopción no haya agotado al deseo de tener un hijo y constituirlo como sujeto) aceptando lo que el otro de esa relación impone (hijo). Entonces, dice Berenstein, "La violencia deviene en acción defensiva..." y "los habitantes del vínculo recurren al despojo de las cualidades de otredad para anular la ajenidad y tornarlo semejante" por eso el juego de los parecidos, que obviamente no tiene sustento. En cambio del proceso de las semejanzas (identificación) existirá el proceso de las diferencias, y habrá que trabajar con ello.