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Sobre las crueldades del amor. Silvia Bleichmar

Sobre las crueldades del amor
Silvia Bleichmar

"La práctica, como vocablo, tiene sus propios matices: “que concierne a la acción”, “transformación de la realidad exterior por la voluntad humana” (así lo define entre otras acepciones el Robert); “activo, que obra” (propone en su etimología griega Corominas). Sin embargo, las formas de transformación de la realidad por el hombre pueden tomar los aspectos más sutiles, y en algunos casos, estamos tan habituados a ellas que hay ocasiones en las cuales no alcanzamos a descubrir sus alcances. Así, el vínculo materno como vinculo transformador de la realidad forma parte de una práctica, sin que podamos decir que esta práctica esté regida por la voluntad. "El psicoanálisis mostró que el hombre está habitado por la pasión, pasión de la cual sólo conoce los efectos (¿podríamos decir los afectos?) sin que ello implique que maneje sus determinaciones. La práctica materna se ubica así entre las “prácticas antinaturales”, aquellas que subvierten la naturaleza para generar un producto nuevo, un producto de cultura, un producto, él también, “antinatural”. Eso es un niño. Habitado por una pasión que desconoce nadie puede darle cuenta de ello porque aquél que introdujo esa pasión también la desconoce. La madre es tan ignorante de su deseo como el niño lo será en tanto objeto constituido.
"Una simplificación fácil de esta problemática ha llevado a fórmulas estrechas: “lo que enferma a un niño es la falta de "amor", “el hijo no deseado está condenado a la neurosis". ¡Como si fueran los padres, sujetos de la conciencia y la voluntad, y los analistas, sujetos del saber y la verdad, quienes pudieran definir esta contienda monumental entre el odio y el amor a través de algo tan simple como la normatividad!
"La vieja psiquiatría organicista, cuando se encontraba con un niño mentalmente enfermo, decía: “pobres padres, qué tragedia les llegó”. Luego la psicología pasó a la posición inversa: “pobre niño, su enfermedad es efecto de lo que sus padres hicieron con él”. Ambas se tocaban en un punto: los padres, despojados de inconsciente, eran amos de sus propios actos. El psicoanálisis ayuda a una comprensión en ¡a cual ubica a los actores como partícipes de un drama cuyo libreto desconocen. El inconsciente, regisseur del papel que cada uno jugará, ni siquiera tiene el control general de la obra: sólo el de aquél cuyas acciones determina.
Así, simplificar hablando de amor y odio desde lo manifiesto sólo conduce a una normatividad más escolar que efectiva. El niño, si logra la existencia, siempre es deseado en algún lugar y no deseado en otro. La madre sólo conoce una parte de la realidad y ni siquiera sabe el por qué de este aspecto parcial que reconoce. "